Los chozos -también llamados guardaviñas- son una de las imágenes más reconocibles del paisaje de Rioja Alavesa. A primera vista parecen pequeñas construcciones de piedra escondidas entre viñedos, pero en realidad cuentan mucho más: hablan de la forma de vida tradicional del territorio, del trabajo en el campo y del vínculo profundo entre vino, tierra y personas.
Hoy son parte esencial de la identidad de la comarca y se han convertido en un símbolo protagonista de nuestra nueva imagen de marca presentada en el 20 aniversario de la Ruta del Vino de Rioja Alavesa.

Chozo en Rioja Alavesa
Un refugio con siglos de historia
Los chozos comenzaron a construirse como pequeñas casetas de piedra seca donde los agricultores podían protegerse del frío, guardar herramientas o descansar durante la jornada. Eran refugios sencillos, resistentes y completamente integrados en el entorno.
Con el paso del tiempo, estos espacios dejaron de cumplir una función práctica, pero nunca perdieron su significado. Se mantuvieron en pie como testigos directos de la vida rural y del esfuerzo que ha acompañado siempre al cultivo de la vid en esta comarca.
Hoy forman parte del patrimonio cultural de Rioja Alavesa y representan una forma de construcción que ha perdurado gracias al vínculo entre generaciones.
Un valor patrimonial y emocional que define al territorio
Más allá de su utilidad original, los chozos se han convertido en uno de los elementos más especiales del paisaje. Su estética sencilla, su integración entre los viñedos y su presencia silenciosa en lo alto de una loma o al final de un camino crean un ambiente que sorprende a cualquier visitante.
Para quienes viven aquí, los chozos no son solo construcciones antiguas: son parte de la memoria colectiva, recuerdos familiares, historias de vendimias y días de trabajo compartido.
Son lugares que conectan pasado y presente, y que muestran de forma auténtica la esencia del territorio.
Esa capacidad de representar vino, territorio y personas es precisamente lo que los ha convertido en inspiración de la nueva imagen de marca presentada en el 20 aniversario de la Ruta del Vino de Rioja Alavesa: una puerta abierta que invita a descubrir el territorio desde la emoción, la tradición y la acogida.
Una ruta para descubrirlos
En Rioja Alavesa se conservan más de un millar de chozos repartidos por todo el territorio. Muchos de ellos pueden verse desde los caminos rurales, entre viñedos o en puntos elevados desde los que las vistas son especialmente bonitas.
Si quieres descubrir algunos de los más representativos, aquí tienes una propuesta sencilla para incluir en tu ruta:
- Chozos entre viñedos de Laguardia: En los alrededores de la villa medieval podrás encontrar varios guardaviñas bien conservados, perfectos para combinarlos con un paseo entre viñas o con una visita cultural.

Chozo en Laguardia (Rioja Alavesa)
- Chozos en Samaniego y Leza: Entre los caminos vitivinícolas que unen estas localidades aparecen algunos de los chozos más fotogénicos del territorio, rodeados de viñas que cambian de color según la estación.

Chozo en Leza (Rioja Alavesa)
- Chozos de Baños de Ebro/Mañueta: En las rutas que discurren cerca del río Ebro se pueden ver varios ejemplos que muestran cómo se integraban estos refugios en el paisaje agrícola.

Chozo en Baños de Ebro/Mañueta
- Chozos junto a Labastida/Bastida: El entorno de esta villa cuenta con chozos en zonas elevadas, ideales para disfrutar de vistas amplias y de la tranquilidad del paisaje.

Chozo en Labastida/Bastida
Todos estos puntos permiten disfrutar del territorio de manera pausada, observando cómo los chozos siguen siendo un elemento vivo y presente en la memoria de Rioja Alavesa.
Un símbolo que sigue contando historias
Cada chozo es una puerta a la historia de quienes han cuidado esta tierra durante generaciones. Por eso hoy forman parte de la nueva identidad visual de Ruta del Vino de Rioja Alavesa: representan la entrada a un territorio lleno de experiencias, valores y emociones reales.
Visitar estos guardaviñas es una forma de conectar con la esencia del lugar, con sus raíces y con una manera de entender el vino que no se puede explicar sin hablar de quienes lo han hecho posible.
Los chozos siguen ahí, firmes, auténticos y llenos de significado. Y hoy más que nunca, invitan a entrar, descubrir y sentir Rioja Alavesa.